“El hombre creyó y se puso en camino”
Is 65, 17-21; Sal 29; Jn 4, 43-54.
El evangelio de hoy nos presenta la curación a distancia del hijo de un funcionario real. En el relato, en realidad, suceden dos milagros: la sanación del muchacho y la conversión del funcionario
y de su familia. El relato termina diciéndonos que el hombre “creyó en Jesús, junto con toda su familia”. El primer milagro libró al joven de la enfermedad, el segundo abrió a toda una familia a la experiencia de Dios y, con ello, los introdujo en una nueva luz y sentido en sus vidas.
¡El milagro de la fe! ¡Maravilloso milagro que cambia la vida! Porque la fe no es solo aceptar doctrinas con la mente; la fe, decía un autor, “es la experiencia que abre un ojo en el corazón, una mirada interior que nos lleva a mirar la existencia de forma nueva y amplia, como desde un monte elevado, el monte del Espíritu. Desde ahí contemplamos todo ya sin intereses egoístas, sin mezquindad y sin ningún temor”. Es muy bueno que un chico haya recobrado la salud, pero es maravilloso que una familia se abriera a la experiencia de la fe en Jesucristo y comenzara a mirar la vida desde los ojos del corazón, los ojos del mismo Jesús. ¡Señor, aumenta nuestra fe, amplía y profundiza nuestra mirada!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
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