“Un reino dividido internamente va a la ruina”
Jer 7, 23-28; Sal 94; Lc 11, 14-23.
«Tú expulsas los demonios con el poder de Satanás”, acusaron a Jesús quien, con una lógica contundente les pregunta: ¿Cómo puede Satanás combatirse a sí mismo? Un reino dividido no puede mantenerse en pie.
¡Cuánta razón tiene Jesús! Y no solo respecto a los demonios. Pienso en el mundo como un “reino dividido”, un reino fracasado, tal como está hoy (conflictos armados, terrorismo, deterioro del medio ambiente, desigualdad y pobreza, a lo que el Papa Francisco llama “naufragio de la civilización”). Mientras sean el consumismo y el enriquecimiento personal los principios que guían la cultura actual, el mundo camina hacia la ruina. El único camino –dirá el Papa– es la “solidaridad globalizada” y la cultura del cuidado del hermano caído en el camino.
Pensaba también en mi persona como un “reino dividido” en el que luchan mi egoísmo contra mi deseo de vivir el Evangelio: “No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Rm 7, 19).
Pidámosle a Jesús que nos integre como un “reino unificado” en torno a su Evangelio y, desde nosotros, vaya integrando al mundo como un “reino de hermanos”, la “civilización del amor”, un mundo de “solidaridad globalizada”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
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