“Señor, déjala todavía este año“
Ex 3, 1-8. 13-15; Sal 102; 1 Cor 10, 1-6. 10-12; Lc 13, 1-9.
Se suele pensar que los cristianos tenemos un Dios muy complaciente y que, aunque pequemos mucho, siempre tendremos la posibilidad de dejar nuestro “saldo en ceros” con la Confesión. Pecas sabiendo que el domingo puedes ir al confesionario para que te borren la deuda… para seguir pecando.
¿Es tan simple el camino del cristiano y tan banal la propuesta de Jesucristo? ¿Es una farsa la conversión, sabiendo que no vamos a cambiar y que Dios siempre nos va a perdonar?
La parábola de la higuera que no da frutos nos dice que no, que la conversión es algo más serio y exigente, pero que involucra a varios sujetos: A Dios, que ama y confía, pero desea ver frutos en nosotros; el viñador (Jesús) que trabaja en el hombre por medio de su Espíritu, su Palabra, sus sacramentos y los acontecimientos de la vida, para llamarnos a la conversión y mostrarnos caminos; y estamos nosotros, que libremente nos abrimos a ese amor y a esa acción para ir modelando nuestra vida y, poco a poco, dar frutos de conversión.
Dios confía en ti, Jesús te acompaña y te propone una vida luminosa. ¿Serás capaz este año de dar, aunque sea un pequeño fruto de conversión, un pequeño cambio en tu vida?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
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