“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”
Gn 37, 3-4. 12-28; Sal 104; Mt 21, 33-46.
Leemos en el evangelio de hoy la parábola de “los viñadores malvados”. Aquellos que, teniendo en arrendamiento la viña, llegaron a sentirse los dueños y se negaron a dar los frutos que les correspondían. Incluso mataron al hijo del dueño, para apropiarse de la herencia.
Esta parábola es una dura crítica de Jesús a los dirigentes judíos, que se habían apropiado de la vida del pueblo de Israel (la “viña del Señor”), de la Ley, del
Templo y su culto, haciéndolo todo a su medida y poniéndolo a su favor. A todo profeta que los desafiaba lo eliminaban. Lo mismo harán con el heredero (Jesús). Por tal motivo la viña les será quitada y se le entregará “a un pueblo que produzca frutos”.
Los sumos sacerdotes y fariseos que escucharon esto lo entendieron muy bien, tanto, que quisieron ahí mismo arrestar a Jesús. ¿Y yo, qué entiendo?
¿Qué me dice eso de “producir frutos”? Tengo una viña que se me entregó (mi vida, vocación, familia, profesión, cualidades…) y de la cual se espera que entregue frutos. ¿Qué frutos espera el Señor que yo le entregue? ¿Qué frutos estoy entregando?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
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