“Decían que estaba fuera de sí”

2 Sam 1, 1-4.11-27; Sal 116; Mc 3, 20-21.

Las relaciones de Jesús con su familia no siempre fueron buenas. No creían en Él (Mc 6,6) y se “escandalizaban” de lo que decía y hacía (Mc 6,3). De forma que Jesús se sintió despreciado por sus parientes más cercanos que lo consideraban un loco, como hemos podido ver en el Evangelio de hoy. Esta experiencia tuvo que ser muy dura para Él.

Cuando en una familia normal se avergüenzan de un hijo, de un hermano, de un pariente próximo, sin duda es porque ese pariente lleva una vida que no se ajusta a lo que puede enorgullecer a dicha familia. Eso mismo es lo que ocurrió en la familia de Jesús, quien llevó una conducta “desviada” en relación al orden social establecido. Y la reacción de su familia fue de rechazo y de considerarle loco.

¿Cómo pudo afectar todo esto a Jesús? Tuvo queser unasituaciónmuydurapara Él y, seguramente, lo vivió con una profunda soledad interior. Seguramente algunas veces hastase preguntó si estabaequivocado. Le mantenía solamente la convicción de que estaba haciendo aquello que tenía que hacer. Y lo realizó hasta sus últimas consecuencias.

Y lo que empezó por un “loco”, hoy es fuerza y luz de esperanza para millones de personas.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Francisco Javier Álvarez Munguía C.M.