“Ven, Señor, a salvarnos”
Sir 48, 1-4. 9-11; Sal 79; Mt 17, 10-13.
Las lecturas de hoy nos sitúan ante una alternativa: ¿sabemos distinguir la presencia de los profetas y de Jesús mismo en nuestra vida? ¿Y acogemos esa presencia? A nuestro alrededor hay muchos testigos de Dios, hombres y mujeres que nos dan testimonio de Cristo y de su Evangelio, personas fieles que sin actitudes espectaculares nos están demostrando que sí es posible vivir según las bienaventuranzas de Cristo, y más aún, en esas personas podemos reconocer la presencia viva de Jesús.
El libro del Eclesiástico presenta al profeta Elías como “un hombre de fuego”. Su temperamento era vivo, enérgico, apasionado, y sus palabras un horno encendido. El evangelio, por su parte, presenta a Juan el Bautista, prefigurado por el profeta Elías según interpretan los discípulos la palabra de Jesús.
Hoy nosotros, a la luz de los profetas, también podemos interpelar al mundo con nuestra vida cristiana, no solamente quedarnos como receptores pasivos de las acciones de los demás.
Que nuestra caridad, nuestras relaciones y nuestra oración nos ayuden a preparar el camino de otros hermanos, inclusive de aquellos que se han apartado de la fe.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
0 comentarios