“No ha nacido uno más grande que Juan”
Is 41, 13-20; Sal 144; Mt 11, 11-15.
A partir de hoy y hasta el día 16, el hilo conductor de las lecturas lo llevará el evangelio de cada día, con la figura de Juan Bautista, el precursor del Mesías. Mientras que las lecturas del A.T. nos irán completando el cuadro de los pasajes evangélicos.
Si el profeta Isaías había sido hasta ahora quien nos ayudaba a alegrarnos con la gracia del Adviento, como admirable profeta de la esperanza, ahora es el Bautista quien nos anuncia que se acaba el Antiguo Testamento y que con Jesús de Nazaret empiezan los tiempos definitivos.
Celebrar la venida de Dios, en la próxima Navidad, no es sólo cosa de sentimiento y de poesía, la gracia del Adviento, de la Navidad y de la Epifanía pide disponibilidad plena, apertura a la vida que Dios nos quiere comunicar. Supone, como predicaba Isaías y repetía el Bautista, preparar caminos, allanar, rellenar, enderezar, compartir con los demás lo que tenemos, hacer penitencia, es decir, cambiar de mentalidad.
Si la Navidad no nos cuesta ningún esfuerzo, será seguramente porque no hemos profundizado en su significado sacramental. El don de Dios es siempre tarea y compromiso a la vez. Es palabra de consuelo, pero también, llamado a la conversión..
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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