Novena a la Virgen Milagrosa 2021: día 8

por | Nov 25, 2021 | Asociación de la Medalla Milagrosa, Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

Oración:

Dios Padre, que nos infundiste de nuevo la Esperanza con tu Hijo Jesús y en su nacimiento nos has devuelto la alegría que habíamos perdido a causa del pecado. Hoy te pedimos que, junto a la Santísima Virgen, Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, nos enseñes a caminar construyendo tu Reino; que nuestra historia esté llena de la esperanza del Evangelio para anunciar a los cautivos la libertad, a los pobres su liberación y a todo hombre y mujer el gozo de la Buena Nueva de Nuestro Señor.

Llenos de una confianza renovada nos presentamos ante Ti sedientos de tu Palabra. Que al meditar día a día en esta novena, podamos abrir nuestro corazón a la gracia de la conversión, y que siendo discípulos y misioneros de Cristo y María podamos predicar con un testimonio de vida coherente. Ayúdanos a llevar la Medalla Milagrosa como guía de nuestro caminar. Amén.

Padrenuestro.

Gloria.

Oración a la Virgen María:

Madre de la Esperanza, la fe que te iluminó y la Palabra en la que creíste nos acompañe en esta novena que dirigimos en tu honor bajo la advocación de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Que todos reunidos entorno a tu Hijo podamos recuperar la frescura del Evangelio y anunciar con gozo la esperanza a un mundo dividido por las discordias.

Tus rayos nos infunden la seguridad de que nuestra historia está confiada a la misericordia de un Dios que nos ama y que nos ilumina constantemente en las noches oscuras y dolorosas de nuestra vida. Hoy más que nunca gritamos al cielo implorando un nuevo renacer; que Tú nos ayudes a germinar en nuestros corazones la Palabra de Nuestro Señor y a anunciarlo vivo y resucitado entre nuestros hermanos. Amén.

– Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Dios te salve María…

Gozos:

Respuesta: puede ser el estribillo de una canción o la jaculatoria (Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que acudimos a ti.)

Madre Milagrosa, de ternura y compasión
que haciendo historia de salvación
vas caminando siempre con tu pueblo
que a ti clama en la aflicción.

En mil ochocientos treinta,
en Francia, Calle del Bac,
auna pobre novicia,
la virgen santa se apareció.
Eran vísperas de San Vicente,
noche silenciosa de julio,
cuando la Madre dejó su trono
y en una pequeña capilla se presentó.

Siendo la media noche
un Ángel se apareció
para darle un anuncio
de parte de la Madre de Dios.
Las luces se iban prendiendo,
las puertas se iban abriendo
y al llegar a la capilla la hermana ansiosa la esperó.

La voz del cielo anunciaba
que la madre llegó.
La sede sacerdotal
con humildad ella ocupó.
La hermana Catalina
sus manos colocó
en las piernas de la Madre
y misión ella le encomendó.

En una mañana de noviembre
los sentidos no lo percibieron
pero un corazón atento
nuevamente a la Madre observó;
las insignias de la medalla
que Catalina vio, se han convertido
en fuente de milagro y amor.

“Haz acuñar una medalla”,
la Virgen le pidió
para ser portada por los fieles
con gran devoción.
Madre Santa, tu gran Medalla
es emblema de tu amor,
hoy nosotros la portamos
en señal de filiación.

Sea por Jesús, sea por María,
sea por el ejemplo de los santos que nos guían.
Y que por la Medalla Milagrosa
alcancemos la gracia de convertir
nuestros dolores en alegrías.

OCTAVO DÍA

María en la espera del mundo nuevo

Letra: S- Santidad. La promesa de cielos nuevos y tierra nueva está acompañada de una multitud de hombres y mujeres que han lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero.

Signo: un mapamundi rodeado con un santo rosario, la Palabra de Dios en el centro y una frase que diga: “Reine la Esperanza”.

Comentario inicial: En este octavo día estamos invitados a reconocer en la Medalla Milagrosa la invitación a la santidad, a renunciar a nuestra antigua condición de pecado y a caminar de la mano con Dios, a fin de restaurar todas las cosas en Cristo: Camino, Verdad y Vida.

Lectura del Texto Bíblico: Apocalipsis 22, 1-7

“Después el Ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero, en medio de la plaza de la Ciudad. A ambos lados del río, había árboles de vida que fructificaban doce veces al año, una vez por mes, y sus hojas servían para curar a los pueblos. Ya no habrá allí ninguna maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la Ciudad, y sus servidores lo adorarán. Ellos contemplarán su rostro y llevarán su Nombre en la frente. Tampoco existirá la noche, ni les hará falta la luz de las lámparas ni la luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y ellos reinarán por los siglos de los siglos. Después me dijo: «Estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. El Señor Dios que inspira a los profetas envió a su mensajero para mostrar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto. ¡Volveré pronto! Feliz el que cumple las palabras proféticas de este Libro».

Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

Reflexión:

Hoy es el octavo día de la novena y en la teología joánica el octavo día es un día escatológico, el día en que la humanidad entera no volverá a ver más la oscuridad.

Israel a lo largo de su historia tuvo que ver cómo su ciudad principal, Jerusalén, era destruida una y otra vez, y cómo la palabra esperanzadora de los profetas anunciaban su reconstrucción (cfr. Tobías 13, 11-17), Dios no solo restauraba los muros de la ciudad sino también las relaciones humanas que quedaban frágiles o destruidas. La Palabra de Dios es un constante retorno de Israel a la tierra prometida.

Pero en el Nuevo Testamento, el nuevo Israel, que es un pueblo de toda lengua, pueblo y nación (Ap. 5, 9), santo y que es propiedad de Dios (1 Pe 2, 9) tiene su promesa en la Resurrección, allí será reconstruida la ciudad santa y regresarán los deportados de todas las naciones, que, en virtud del testimonio de vida, merecieron lavar sus túnicas en la sangre del Cordero. La Medalla está íntimamente relacionada a esa promesa, es un regalo que ha llegado del cielo, que nos pone en sintonía con la vida que nos espera, pero que desde ya nos compromete.

Actividad en grupo:

  1. Invitamos a todos los participantes a hacer unas peticiones espontáneas donde demos gracias a Dios por los signos de esperanza que nos regala.
  2. ¿De qué manera me siento parte de la Iglesia, anunciando y predicando el Reino de Dios, con una propuesta renovada y esperanzadora?
  3. ¿Cómo estoy usando los medios de comunicación para propagar la devoción a la Virgen Milagrosa?

Oración final:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oremos: Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para que fuese merecedora de ser digna morada de tu Hijo; concédenos que, pues celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión seamos liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

Descargar la Novena completa pulsando sobre la siguiente imagen:

Fuente: https://www.corazondepaul.org/

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