El 23 de Agosto tuve la suerte de ser invitado a una reunión sorpresa a un cura muy especial Flavio Pereira Tercero C.M, la cual fue preparada por Ligia Ferraez y algunos otros miembros de Favila, aunque el 24 de Agosto es sus verdaderas Bodas de Plata con el sacerdocio.

Yo sé por experiencia propia lo que es dejar la vida laical y dedicársela directamente a Dios, dejando a un lado las pasiones humanas, porque yo no pude hacerlo, cuando conozco  a un sacerdote les tengo admiración, respeto y los defiendo aunque algunos cometan errores, porque ellos se enfrentan a la soledad, sin familia y con la única fuerza que proviene de Jesús y el Espíritu Santo.

Uno de los grandes problemas que enfrentan es la separación y en muchos casos el rechazo de la familia, por ello cuando escuche las palabras de la madre de Flavio, rodaron por mis viejas mejillas lagrimas de admiración de una santa mujer que lo apoyo y aún hoy se siente feliz de ver culminada su vida sacerdotal.

En mis largos ochenta años de católico he conocido a muchos sacerdotes, algunos con caras serias como si estuvieran disgustados de su profesión, otros que no les gusta hablar con sus parroquianos y los mas que no tienen mucha conciencia de cómo ayudar y valorar a un pobre que se les acerca no tan solo con los problemas de dinero, drogadicción si no también con grandes problemas espirituales, yo diría que todos los católicos debemos aprender de la vida de nuestro santo patrón San Vicente de Paul y estudiar y propagar la Doctrina Social de la Iglesia.

Desde que conocí al padre Flavio, con esa sonrisa siempre a flor de labios y escuchando y después, darnos su parecer siempre inspirado por el Espíritu Santo tuve la sensación de que estaba frente a un gran sacerdote y mucho más cuando me dijo que pertenecía a los padres paúles y que todo su esfuerzo estaba dirigido al pobre.

Se de muchas más virtudes que engalanan la vida de este hombre; pero no quiero pecar de demasiado lisonjero, porque no debe gustarle a una persona tan sencilla como él.

Gracias Padre, que felicidad de compartir un rato con usted, gracias a los hermanos que me permitieron estar presente y todos los veinte y ocho hermanos que estábamos juntos  incluyendo su familia, levantamos una oración para que el Señor con su bondad infinita le prodigue muchos años de vida a este gran sacerdote y en nombre de los pobres que el tanto ama, solo resta decirle,  usted padre si sigue el camino de Jesús.

Por Víctor Martell