“Al ver a la multitud se conmovió”
Gén 32, 22-32; Sal 16; Mt 9, 32-38.
Una vez más descubrimos a Jesús conmovido ante la multitud. Siempre que se encuentra con la gente no pierde ocasión de acercarse a ellos, principalmente para anunciarles la Buena Nueva no solo con palabras, sino con sus propias acciones y actitudes. En este pasaje escuchamos que devuelve el habla a un mudo que se encontraba endemoniado.
Tú y yo, nosotros, a veces también solemos estar mudos, cuando no somos portadores de esa Buena Nueva que es Jesucristo el Señor, cuando no consolamos a quienes necesitan ser consolados, cuando no denunciamos aquello que necesita ser denunciado, cuando nos quedamos callados ante la injustica, la corrupción, la violencia, la intolerancia y la falta de caridad. Y es ahí cuando más necesitamos que Jesús nos devuelva el habla, para entonces ser esos colaboradores que Dios necesita para trabajar en su viña, porque la cosecha es mucha.
Agradezcamos a Dios el don del habla y pidámosle que nos ayude para que, con parresia (audacia, valentía), seamos portadores de su voz y anunciemos su Palabra al estilo de Jesús, con palabras, con acciones y con actitudes.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: María Raquel Estrada Díaz.
0 comentarios