“Amen a sus enemigos”
2 Cor 8, 1-9; Sal 1 45; Mt 5, 43-48.
Jesús no fue un charlatán que abarataba su doctrina para ganar adeptos. A veces parece que queremos poner el Evangelio en oferta, lo suavizamos para que no duela, le abrimos puertas de emergencia para escaparnos de su radicalidad, y entonces le quitamos su contundencia y su eficacia.
Jesús no rebajó nada y en el evangelio de hoy tenemos un buen ejemplo: Amen a sus enemigos, oren por sus perseguidores, nos dice.
“Es algo imposible, Señor –podríamos responderle–, pides demasiado. Tal vez los ángeles puedan cumplirlo, pero no yo, con esta carne tan débil y esta sangre que hierve a la mínima provocación y me convierte en fiera incontenible. Es demasiado lo que pides”.
Y Jesús, sin eludir el desafío, insistiría:
–¡Claro que puedes! No eres hijo de las fieras, eres hijo del Padre; ese Padre que es todo misericordia, que hace salir el sol y caer la lluvia no sólo sobre sus amigos, sino sobre todos. Ese Padre que perdona siempre, que acoge siempre. Dios es tu Padre, llevas grabada su imagen, su amor está codificado en cada célula de tu ser. Tienes la capacidad, de otra forma no te lo pediría. Es difícil, pero no imposible. ¡Claro que puedes!.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
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