Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya
Hech 12, 24-13, 5; Sal 66; Jn 12, 44-50.
Jesús nos dice hoy:“no he venido para condenar al mundo, sino para salvarlo”. Es importante que veamos en Cristo a un amigo que nos invita a ver en Él y en su Padre, a aliados nuestros para ser felices, tanto aquí en la tierra, como en el Cielo. Y a través del Espíritu Santo nos propone un camino para compartir con nuestros herma- nos una bella forma de vivir.
Estamos en un mundo globalizado donde todos podemos aportar nuestro granito de arena para construir un mundo mejor.
San Vicente nos dice: “Debemos ayudarnos mutuamente soportándonos unos a otros y buscando la paz y la unión; porque es el vino que alegra y robustece a los viajeros en ese camino estrecho de Jesús”. Y nos invita a amar a nuestro prójimo como imagen de Dios y objeto de su amor.
Reflexionemos cada día sobre las acciones concretas que nos pide el Señor para ese día en particular y cuál es la misión que nos encomienda. No solo dentro de nuestra familia, sino también entre las personas que nos rodean.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Alicia Duhne
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