Sarmientos que permanecen en la vid

por | Abr 28, 2021 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es la vid, y los discípulos somos los sarmientos.  Pemanecer en él, y él en nosotros, esto es lo que nos lleva a dar fruto abundante.

En el Sal 80, se le pide al Pastor de Israel que restaure a su pueblo.  Ese pueblo comenzó como una vid que Dios sacó de Egipto y trasplantó.  Y debido al buen cuidado recibido, la vid a tiempo extendió sus sarmientos por todas partes.

En la plática de Jesús antes de morir, la vid verdadera es él y los sarmientos son los discípulos.  El Padre es el labrador que procura una vendimia buena.

Así que se nos da a entender que Jesús es el nuevo Israel.  Los que son de él forman, junto con él, el nuevo Pueblo de Dios.

Pero ser de Jesús no puede sino querer decir permanecer en él.  Y de esto, no puede enseñar él de forma más clara, sencilla y fácil de captar.  Dice él que los sarmientos que se cortan de la vid no dan fruto.  Del mismo modo, no somos fértiles los cristianos que no permanecemos en Cristo.

De hecho, no podemos hacer nada sin él.  Es decir, separados de él, morimos, al igual que se secan los sarmientos que no permanecen en la vid.  Pero los que permanecen en la vid dan fruto; se mantienen frondosos.

Al igual que los sarmientos fructíferos y frondosos

Los cristianos que permanecen en Jesús son productivos.  Pues, por su fe en él, hacen las obras que él hace, y aun más grandes (Jn 14, 12).  Los destina él, por encima, para que den fruto (Jn 15, 16).

También, por permanecer en el Maestro, los discípulos se mantienen vivos, alegres y vigorosos, en vez de mediocres, tibios y rutinarios.  Es que las palabras de él son Espíritu y vida; solo él tiene palabras de vida eterna (Jn 6, 63. 68).

Y por tales discípulos corre la savia de Jesús.  Debido a ella, se hace él la vitalidad, la fuerza motriz, la razón de ser de ellos.  Él es todo para ellos (SV.ES V:511).   Sí, es la «Regla de la Misión» (SV.ES XI:429), el comienzo, el centro y el fin de su ser y hacer.

La misma savia causa que los discípulos tengan el pensar, sentir, orientar y actuar de Jesús.  Es por eso que no dejan pasar ninguna oportunidad de sanar, predicar, confortar, —al igual que Bernabé (Hch 4, 36)—, y hacer el bien.  Y no aman de palabra, sino con obras.  Por lo tanto, valoran más a los hombres que al sábado, y toman en cuenta no solo los principios, sino también a las personas.  Sí, «la caridad está por encima de todas las reglas» (SV.ES XI:1125).

Señor Jesús, concédenos permanecer en ti, al igual que los sarmientos fértiles y frondosos en la vid.  Haz que la comunión nos lleve a amar hasta el extremo al igual que tú.  Así seremos la restauración del Pueblo de Dios.

2 Mayo 2021
5º Domingo de Pascua (B)
Hch 9, 26-31; 1 Jn 3, 18-24; Jn 15, 1-8

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