“Tampoco yo te condeno. Ve, y en adelante no peques más”
Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62; Sal 22; Jn 8, 1-11.
Una frase muy reveladora, aquello de: “lo que te choca, te checa”. Nos es útil para mirar de otra manera la escena del evangelio que leemos hoy. Escribas y fariseos llevan a una mujer pecadora para poner a prueba a Jesús respecto al cumplimiento de la Ley. Incapaces de verse a sí mismos cometiendo cosas peores, descargan su ira y culpa en una mujer que, ciertamente, no puede negar su pecado. Y que seguramente se encuentra avergonzada, arrepentida y aterrada porque sabe que su muerte está próxima.
Pero se encuentran frente a Jesús, que a los primeros les hace darse cuenta que eso de pecar les “checa” (por eso les “choca”) y les pide ocuparse ellos primero de sus pecados. Y se retiran todos aquellos que ya tenían en la mano lista su primera piedra para lanzarla. Solo queda la mujer frente a quien no juzga ni condena, dispuesta y lista para vivir una nueva vida.
Las faltas que menos toleramos en los otros son, con frecuencia, las que nosotros mismos cometemos.
Señor, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Adrián Acosta López C.M.
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