“Sean misericordiosos, como su Padre”
Dn 9, 4-10; Sal 78; Lc 6, 36-38.
Culmina Jesús su sermón con esta invitación a ser como su Padre: misericordiosos.
¡Perfectos! dirá en San Mateo.Ya nos pidió amar a los enemigos, no hacer a nadie lo que no nos gustaría que nos hicieran, y todo esto para experimentar, como consecuencia, la medida buena y repleta que nos dará su Padre. También nos ha dicho que el Padre nos perdonará, según perdonemos nosotros a los hermanos.
Recuerdo la historia de aquella madre a quien le asesinaron a su hijo en las calles. El culpable, otro muchacho de la misma edad, fue a parar a la cárcel. Esta mujer tomó la valiente y difícil decisión hacerse cargo de él, ser la madre que este joven no había tenido y hacer con él lo que hubiera seguido haciendo con su propio hijo, amarlo y hacer de él un buen cristiano.
La medida buena y rebosante en esta historia fue el consuelo del corazón herido de esta mujer y la recuperación de una vida, la de aquel delincuente juvenil, que estaba destinada a perderse.
Señor, que seamos pacientes con los defectos y limitaciones de los demás, mostrando en todo y con todos, la bondad de Jesucristo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Adrián Acosta López C.M.
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