“Su aspecto cambió completamente”
Gén 22, 1-2. 9-18; Sal. 115; Rom 8, 31-34; Mc 9, 2-10.
Fue una experiencia mística sin duda, experiencia de Dios, privilegio de algunos cuantos escogidos.
¿Privilegiados? ¡Solo Dios lo sabe! Lo que sí sabemos es que a Pedro le tocó no solo presenciar la transfiguración, sino también ser testigo de la resurrección y confirmar en la fe a sus hermanos; San Juan estuvo al pie de la cruz con María y recibió el mandato de recibirla y llevarla a su casa en nombre de todos y Santiago fue el primero en dar la vida por el Maestro.
Cuando recibimos una gracia especial ¿qué espera el Señor de nosotros? Siempre me lo he preguntado, y la respuesta solo él la sabe. Nuestro Señor nos invita a vivir en su presencia para dejarnos transformar por él, como en su tiempo invitó a sus amigos. También a nosotros nos regala gracias especiales. ¿Qué tan dispuesto(a) estoy para las gracias que Dios me quiere regalar? ¿O con las que me quiere equiparar para la misión que me tiene destinada?
¿Qué tan disponible está mi corazón para verle transformar mi vida o la vida de alguien más? Ciertamente que el amor transforma todas las cosas. Y Dios es amor.
“Nuestro Dios está en los cielos, él realizará todo lo que quiere” (Sal. 115, 3).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Gilberto Velarde Osuna
0 comentarios