“Los maestros de la Ley anulan la palabra de Dios”
Gén 1, 20-2,4; Sal 8; Mc 7, 1-13.
Qué bella libertad es la que Dios da a los que le aman y siguen; los libera de las ataduras de la ley, de la esclavitud de las normas sin sentido, del mero cumplimiento (“cumplo y miento”) y despierta la longanimidad, es decir, la grandeza de alma. Lo contrario es el achicamiento del corazón, la reducción en el amor, la ley por la ley y el sinsentido de lo que se hace de manera rutinaria y obligatoria, sin más. ¿Tú, de cuál eres? ¿De los primeros o, quizá, de los segundos?
¿Cuántos de nosotros anulamos la palabra de Dios cuando no le hacemos caso o la ignoramos, siendo nosotros mismos los que salimos perdiendo?
Dios nos perdona por tanta insensatez, ignorancia y pequeñez, pero es verdad, al no hacer nuestra la Palabra de Dios, salimos perdiendo. Por más que nuestro buen Dios nos quiere regalar la libertad, al no fiarnos de sus mandamientos y hacer lo que creemos es mejor, pero desde nuestras posturas y egoísmo, anulamos su proyecto de amor para nosotros.
“Dios nos ayude a fiarnos de Él, más que de nosotros mismos”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Gilberto Velarde Osuna
0 comentarios