Una mesa que no tiene horarios, su mantel a veces en negro y a veces blanco

por | Ene 20, 2021 | Confraternidades, Formación, Reflexiones | 2 comentarios

Como cada domingo, es necesario un viaje de peregrinación, para ver el rostro ensangrentado de Jesús viviente, del Jesús en el pretorio, donde las pocilgas de la desgracia apestan a sudor, donde la miseria corre por los ríos de la drogadicción, alentados y crecientes por la volatilidad de una copa de licor, si así es mi domingo, revestido de bálsamo para curar las heridas de un Cristo desfigurado, de un manto color purpura y a veces desteñido por las lágrimas de la desgracia, que llenan las copas en aquellas cantinas de barrio de El Calvario de la Zona 1 de la Ciudad de Guatemala, el día comienza con la entrega de  la estafeta en mi otra casa, la casa del pueblo en donde también sin darnos cuenta curamos con bálsamo toda clase de heridas, aliviamos el dolor de un hueso roto triturado en los hierros retorcidos de un accidente de tránsito, restauramos las penas de los problemas familiares de las familias desintegradas, damos acompañamiento a aquellos ancianos abandonados en una humilde champa, a las 8.00 am se termina la primera mitad del día después de una larga madrugada de trabajo en la 29 Cía. de Bomberos Voluntarios en la Ciudad de Amatitlán, el nuevo punto de reunión es la casa de los sacerdotes de la Congregación de Misión en zona 1 capitalina donde me reúno con mis compañeros de la Conferencia Santa Luisa de Marillac, para preparar el desayuno para al menos 90 personas, allí nos revestimos con un nuevo traje,  un atuendo que no debe de poseer arrugas, para no lastimar la piel desgastada por el paso del tiempo de las personas que vamos a alimentar, solicitamos el apoyo de un grupo de ángeles que nos acompañaran y nos defenderán de los salivazos, pedradas y a veces insultos por que la comida que serviremos no es de su gusto, llenamos los canastos del pan untado con lo que la caridad nos premie, para brindar un sustento para las personas con diversos problemas de calle que amanecen en la cantina El Porvenir y sus alrededores, con paso cadencioso por el peso de los canastos a tuto nos adentramos por aquellas calles buscando a los primeros asistidos a quienes van despertándose poco a poco, con los primeros rayos del sol de la mañana y con ayuda de nuestro equipo de trabajo para sentarlos en alguna acera disponible que no se encuentre mojada por el sereno de la madrugada y que al menos este limpia para sentarnos todos juntos en un solo lugar, compartir un pan, un vaso de atol o jugo de naranja y disfrutar de una mesa larga con forma reforzada con asfalto, con al menos 12 o 15 comensales por tanda, quizá sea el único bocado de ese día y en donde compartimos entre amigos un momentito, mientras degustamos un bocadito, de una historia de vida, de una experiencia de cantina, en la calle del barrio como un escenario perfecto, y así poco a poco vamos conociendo los muchachos quienes a veces van preguntando, uno a la vez si pueden hacer la oración y si les damos permiso para pedirle también a los tales Vicente, Luisa, Federico y Rosalia Rendú, si los pueden ayudar a ellos también a salir de sus problemas, así como nos ayudan a nosotros, sin haberlos visto con nosotros repartiendo pan.

Mientras avanzan el desayuno, es necesario que tomemos también un sorbo de atol, pero no de nuestro vaso, sino que del vaso de ellos, porque a veces, según ellos aseguran la porción que les tocó de atol, no está lo suficientemente dulce como el que nos servimos “Los Guichas”, o los que vienen con las Hermanas de la Caridad de La Casa Central, que hacen un atol exquisito y justo para curar la resaca de aquellas noches de copas eternas.

Hoy al frente de esta emergencia sanitaria, por la cual nos hemos visto de brazos cruzados, sin saber nada de “Los Muchachos”,  porque estamos viviendo un toque de queda dictado por el gobierno central de nuestro país, porque no tenemos recurso económico para asistir a muchas más personas de las que asistíamos, por que corremos riesgo de contagio y no podemos llegar hasta donde ellos se encuentran, porque mis compañeros son la clase trabajadora doméstica y por eso sus jefes no los dejan salir de sus casas para asistir a quien nos necesite, y yo me disculpo por no tener un vehículo para recorrer 28 kilómetros desde mi casa hasta aquella ciudad, en vista de que no hay transporte público para trasladarnos, pero tenemos la certeza que pronto, tomaremos de nuevo los canastos, nos colocaremos el traje azul, el manto purpura y nos sentaremos todos juntos en la mesa preparada con el mejor mantel, bajo el manto de Maria Inmaculada, para decir todos Juntos al finalizar de partir el Pan, “Oh Maria Sin Pecado Concebida, Rogad Por nosotros que Recurrimos  a Vos”.

Mi vida de domingo la dedico a Mis “Guichas”, a los de siempre, a los de la familia, a los que me recibieron, a los que me esperan, a los que me comprenden a los que confían en mí, a los de mi equipo de Sociedad San Vicente de Paúl, a los que se reúnen en la casa de los Padres Paules, a los que no tienen, a mis primos Vicentinos de Santa Ana, El Salvador.

Mario Andrez Gutierrez Hernandez,
Conferencia “Santa Luisa de Marillac”,
SSVP-GUATEMALA, C.A.

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2 Comentarios

  1. Elizabeth Neira

    Gracias por este testimonio, que estremece el alma, que conmueve hasta las lagrimas y q evoca un agradecimiento a Dios por la ecistencia de la Familia Vicentina en el mundo…

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  2. Israel Miranda León

    Es una excelente y bonita experiencia, el hacer vida el evangelio, en el prójimo que necesita esa praxis del evangelio que no se quede solo en palabras o un simple relato. A caminar con Jesús RUMBO al calvario o golgota del.mas necesitado. Bendiciones y adelante porque con Jesús todo es ganancia.

    Responder

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