“Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”
Heb 1, 1-6; Sal 96; Mc 1, 14-20.
Jesús inicia su misión. Había terminado la de Juan, a quien Herodes arrestó, y entonces el Señor comienza a predicar: “El plazo está cumplido, el Reino de Dios está llegando”. O sea, que todo aquello anunciado por los profetas y que estaba en las Escrituras, comenzaba a cumplirse.
Para llevar a cabo su labor, Jesús tiene que formar una comunidad de seguidores, los primeros discípulos que tendrán la misión de continuar invitando a otros a participar. Para ello no invita a los más encumbrados, ni a los más preparados, o a los que estaban empapa- dos de la religión judía. No, invita a gente sencilla, a gente del pueblo, a unos pescadores que estaban trabajando. Y les confiere una labor más importante: ser pescadores de hombres. Es decir, invitar y convocar a todos a reconocer la presencia del Reino en medio de ellos.
Jesús también nos lo pide a nosotros: “sean pescadores de hombres”. ¿Dónde? En nuestra vida diaria, con nuestra familia, con nuestras amistades, en nuestra parroquia. ¿Cómo? Invitando, enseñando, participando, con el ejemplo. Cada quien de acuerdo a sus carismas y siempre en comunidad como Hijos de Dios.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Hna. María Gloria Laguna de San José
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