Dios camina al lado de los misioneros paúles

por | Ene 10, 2021 | Benito Martínez, Congregación de la Misión, Formación | 1 comentario

Ha comenzado un nuevo año y el hombre irá caminando día a día hasta el 31 de diciembre. La Biblia narra el esfuerzo que hace Dios por caminar a su lado, desde los comienzos de la humanidad, cuando Dios paseaba con Adán por el Edén. Tan apasionado era su deseo que se hizo hombre. Toda la historia de la salvación manifiesta que Dios quiere caminar al lado de los humanos con independencia de que sean más o menos agradables, pues al estar a su lado lo desagradable se convierte en amable. San Pablo dice que el motivo es el amor, pues fuimos amados “cuando aún éramos pecadores”. Incluso cuando ni siquiera existíamos. La criatura no es amada porque existe, sino que existe porque es amada.

Para el misionero Paúl, viva donde viva, el centro de su vida es sentir que Dios camina a su lado. Cuando el misionero siente que Jesús camina a su lado, se inunda de alegría y vive la paz interior, relativizando las desgracias personales. Porque el que experimenta la presencia de Dios, vive lleno de esa alegría que se manifiesta en el rostro, en la “cara de redimidos” que Nietzsche echaba de menos en los cristianos.

Sentir que Dios camina a nuestro lado nos lleva a enamorarnos de Jesús, a desear hablar de Jesús en todas partes y a dialogar continuamente con él, que “quiere comunicarnos todo lo que ha oído al Padre”. Eso es oración, “no salir nunca de la oración” que recomendaba san Vicente de Paúl. No importa el momento, la situación o las circunstancias para testificar lo grandioso que es nuestro Dios y lo mucho que ha hecho en nuestras vidas. Tenemos muchos motivos de hacerlo por las seguridades que él mismo dio a sus discípulos estando todavía en la tierra, cuando quería atraerse su amor y les apremiaba a que no se inquietaran por sus personas ni sus necesidades. Jesús no tiene secretos para nosotros; se comunica íntimamente desde la amistad sincera, y nosotros tenemos que abrirle el corazón y meditar interiormente todo lo que el Hijo va depositando en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo. Así, cuando hablemos de Dios a los pobres, les hablaremos de lo que hemos visto y oído por intercesión del Espíritu Santo, porque Jesús, caminando a nuestro lado, nos llena de su Espíritu para que nos comprometamos en la misión que nos ha confiado de evangelizar a los pobres.

Al fin que se proponen los misioneros paúles de misionar solo a los pobres campesinos y de formar buenos sacerdotes, santa Luisa de Marillac viene a añadir las virtudes de su Espíritu con las que debemos hacerlo y que continúan siendo válidas para este siglo: mortificación, desprendiéndonos de todas las cosas del mundo y compartiendo lo que tenemos con los compañeros y con los pobres; mansedumbre, sin que haya en nuestra vida y en nuestra predicación ningún atisbo de venganza o rencor; humildad, reconociendo que Dios es el todo y nosotros la debilidad, incapaces de hacer nada bueno solo por nosotros y, por ello, no tenemos derecho a imponer a toda costa los criterios propios; sencillez en la vida y en la predicación, sin engaño ni doblez, dando el buen ejemplo de vivir lo que predicamos, como misioneros auténticos, y caridad o celo por la salvación de las almas, también la salvación de los compañeros y que la realizamos con bondad y cordialidad.

Lo difícil es distinguir y explicar a la gente que sentir que Dios camina a nuestro lado es distinto de la presencia de Dios. La presencia de Dios suena a algo pasivo o estático: “Dios está”, mientras que caminar a mi lado es algo activo: “Dios actúa conmigo”, y me lleva a hablar como Jesús, a sufrir como Jesús, a predicar como Jesús, a actuar como Jesús. Y me empuja a contagiar estos sentimientos a mis compañeros, haciendo de la comunidad una morada de la Trinidad convertida en una devoción de la Congregación, como nos propuso nuestro fundador.

P. Benito Martínez, CM

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1 comentario

  1. María del Pilar Ramos Sánchez

    Agradecemos mucho este compartir de nuestros hermanos misioneros y paúles ya que nos contagian ese entusiasmo para tratar de vivir no en forma pasiva sino sintiendo que Dios camina con nosotros… Activamente.. aún estando confinadas dentro de nuestras casas.. más haciendo Apostolado, desde ahí, en otras formas

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