“A quienes lo recibieron les concedió llegar a ser hijos de Dios”
1 Jn 2, 18-21; Sal 95; Jn 1, 1-18.
Hoy concluimos el año civil, pero no nuestro calendario litúrgico, que, de hecho, apenas comenzó al inicio del mes cuando nos preparamos con el Adviento a la gran fiesta de la Navidad. Litúrgicamente hablando, seguimos en el tiempo de Navidad hasta el 9 de enero, en que celebraremos el Bautismo de Jesús.
Evaluemos, entonces, desde el Misterio de la Encarnación que seguimos celebrando, ¿cómo hemos favorecido, en este año civil, el mostrar que la Palabra de Dios se quiere encarnar en todos los ámbitos de nuestra vida para transformar a la persona, a la familia, a la sociedad, a la Iglesia y al mundo, y para que podamos reconocer unos en otros el amor, el perdón y la compañía de Dios?
Este año todos hemos perdido a seres queridos, hemos visto nuestros estilos de vida ser radicalmente comprometidos y dificultados, hemos tenido que cambiar o readaptar nuestros trabajos, nuestras maneras de ir a clases, de ir de compras, incluso nuestra manera de vivir nuestra fe. Pidamos al Señor que estos cambios no sean sólo superficiales y vanos, sino cambios profundos que nos lleven a ser personas más plenas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Erick Fernando Martínez Benavides C.M.
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