Rostros de Dios, de Jesús, de los pobres

por | Dic 30, 2020 | Uncategorized | 0 comentarios

Jesús es la bendición en persona que Dios derrama sobre nosotros por el Espíritu Santo.  Su rostro nos ilumina, para que nuestros rostros reflejen el suyo.

Brillan los rostros de María y José.  Es que los ilumina el rostro de Jesús.  Él es el sumo sacerdote, grande y eterno (Heb 2, 17; 4, 14; 7, 24).  Por lo tanto, es su bendición que más cuenta.

Sí, son sumamente benditos José, el padre adoptivo de Jesús, y María, la madre biológica.  Y Jesús es el Verbo que es Dios (Jn 1, 1).  Así pues, a María le conviene el apelativo de deípara, «la que dio a luz a Dios», Madre de Dios.

Pero esa bendición no está tanto en ser tales padres cuanto en oír y hacer la palabra de Dios (Lc 8, 21).  Por lo tanto, el brillo en los rostros de José y María refleja y proclama la grandeza de Dios.  Es que éste pone sus ojos en sus humildes siervos que se estremecen ante su palabra.  Y hace él obras grandes por ellos.

Así que María, Madre de Dios, al igual qu José, señala a Jesús.  A éste dirige ella a los sirvientes, pues les dice:  «Haced lo que él diga».  Incluso su apelativo de Madre de Dios no afirma tanto su maternidad cuanto la divinidad y humanidad de Jesús.

En esto, ¿somos nosotros como ella?  O, ¿no nos gusta llamar la atención sobre nosotros mismos?  Es posible que necios nos digamos: «Soy yo el que ha hecho esa buena obra» (SVES.VII:91).

¿Tenemos la sencillez y la humildad de María y José, que nos lleven a ser mansos, celosos y abnegados?  Al igual que los pastores, ¿señalamos a Dios, digno de alabanza por lo que vemos y oímos que ilumina nuestros rostros?  ¿Dirigimos a los demás al nacido de una mujer para que les den gracias?  Pues por él nos rescata Dios para que seamos sus hijos por adopción.

Señor Jesús, que nuestros rostros reflejen tu rostro.  Asi seremos dignos de llevar tu nombre.  Y haz que captemos que nuestros rostros radiarán tu gloria si nos entregamos hasta el fin.  Al pie de la cruz.  Al igual que tu Madre que se hace Madre de los pobres humildes y crucificados.  Madre de la Iglesia pobre para los pobres.  Ella confía en la Providencia; goza de paz y alegría que nadie se las puede quitar.

1 Enero 2021
Santa María, Madre de Dios
Núm 6, 22-27; Gál 4, 4-7; Lc 2, 16-21

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