“Muéstranos, señor, tu misericordia”
Is 40, 1-5, 9-11; Sal 84; 2 Pedro 3, 8-14; Mc 1, 1-8.
Una voz clama en el desierto: vuelvan al plan original de Dios para cada uno de nosotros. Que aquellos que se han elevado y perdido y han lastimado a los demás, se abajen; y que aquellos que han sido rebajados y humillados y se han lastimado a sí mismos y a los demás, se enderecen y recobren su dignidad, pues tanto unos como otros son imagen y semejanza de Dios. Arrepiéntanse de haber perdido la ruta, conviertan su mente, su corazón y su proyecto de vida a las acciones y actitudes del Espíritu de Dios y crean profundamente que si adoptan los criterios del Evangelio volverán a ser expresión del amor, del perdón y del acompañamiento de Dios.
Es con esta profunda invitación que el Evangelio de San Marcos comienza su relato, en un tiempo histórico en que la mayoría del pueblo judío había perdido las esperanzas y comenzaba a aceptar que, tal vez la única forma de vivir era que el más fuerte dominara y aplastara al débil.
Pidamos al Señor que en medio de los tiempos que vivimos, también nosotros estemos dispuestos a enderezar nuestras acciones y actitudes.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Erick Fernando Martínez Benavides C.M.
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