“Dichosos los que viven en tu casa”
Apoc 20, 1-4. 11-21,2; Sal 83; Lc 21, 29-33.
Hoy que celebramos a la Virgen de la Medalla Milagrosa, la Palabra de Dios, en la primera lectura, hace hincapié en la vista: “Yo, Juan, vi”, “vi también”, “vi después”… El evangelio hace también hincapié en fijarnos, en mirar.
Hay un dicho que dice: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Saber ver lo que ocurre en nuestra vida, lo que vamos viviendo y cómo vivimos, nos ayuda a comprender la presencia de Dios en el caminar de nuestra vida.
La Virgen Milagrosa, en su medalla, donde la † de Cristo y la M de María están entrelazados, nos enseña a ver a Jesús como el centro de nuestra vida, de la historia de nuestra salvación. Para poder continuar la obra de Jesucristo, nuestra vida debe estar entrelazada con la de Cristo, a ejemplo de los 12 apóstoles (las doce estrellas), así como lo está la de nuestra madre María.
El corazón siente cuando nos dejamos traspasar por la Palabra de Dios, cuando hacemos de la Palabra de Jesús la luz de nuestro actuar y caminar.
“Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Jesús Arzate Macías C.M.
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