En el año 1997 se cumplía los 50 años de la canonización de santa Catalina Labouré. Las hermanas de los colegios de la Provincia Argentina decidimos que cada Instituto representara una parte de la vida de la vidente de la Virgen y que se realizara en el Centro Educativo que llevaba su nombre, el único estaba en Clorinda, Formosa, límite fronterizo con Asunción, Capital de la República del Paraguay. Realmente fue un éxito la participación de los Colegios con sus alumnos y docentes. De allí surgió la idea de conocernos entre los directivos, docentes de los distintos centros que las Hijas de la Caridad teníamos en Argentina y Uruguay, y así como las cosas de Dios, imperceptiblemente surgieron a partir de ese día los Encuentros de Docentes Vicentinos para intensificar nuestro carisma, trabajar con un mismo ideal, y que año tras año nos sintiéramos parte de la gran Familia Vicentina.
Comenzamos nuestro primer encuentro en la ciudad de Luján en 1998 bajo la protección de la Virgen. Así, cada año fuimos buscando los temas, los lemas que nos identificaran. Al principio se trataban temas pedagógicos, hasta que, durante una evaluación, un directivo nos hizo pensar diciendo: los temas pedagógicos los podemos encontrar en diferentes cursos, lo que realmente necesitamos es formación vicentina, conocer más a san Vicente y santa Luisa, su espiritualidad, para que nuestros centros tengan el perfil vicentino en los docentes y egresados de nuestros colegios. Luego fuimos invitando a los Colegios de la Congregación de la Misión, de las Hermanas Vicentinas de Zagreb, de la Sociedad de San Vicente de Paúl y de las Conferencias de San Vicente.
Nuestro lema: Crecer en la espiritualidad Vicentina
Así, año a año se incorporan nuevos docentes participando activamente en las distintas actividades asignadas en la primera reunión preparatoria de cada año.
Cada Instituto se hace responsable en la preparación de las oraciones diarias, celebraciones eucarísticas, noche de los talentos, animación con cantos y con el Himno del Encuentro, etc.
Es una alegría volver a encontrarse con el mismo entusiasmo para compartir experiencias, ya que estamos llamados a ayudar a jóvenes y niños a realizarse como personas cristianas con el carisma, el que nos legaran san Vicente, santa Luisa y Federico Ozanam.
Cada año somos enriquecidos por Sacerdotes de la Congregación de la Misión, salesianos y/o Jesuitas, por Hijas de la Caridad y/o expertos en evangelización, en documentos de la Iglesia, temas que nos lleven a crecer en la fe, para ser agentes multiplicadores de la misma y de nuestro compromiso cristiano ante nuestros colegas y educandos.
Así hemos llegado al encuentro anual número XXIII, de forma ininterrumpida.
Este año lo hemos realizado en forma virtual, todo un acontecimiento, un aprendizaje que nos ha llenado de alegría volver a vernos a través de la pantalla, reunidos por este medio para crecer en la espiritualidad vicentina, con un total de 330 participantes de Argentina, Perú y República Dominicana.
El próximo, si gozamos del fin de la pandemia y volvemos a la normalidad, lo tendremos en la Residencia Franciscana en San Antonio de Arredondo en la Provincia de Córdoba los días 8, 9 y 10 de octubre, donde contaremos, como en años anteriores, con la participación de más de 220 personas de casi 23 Centros Educativos.
Al recorrer los colegios constatamos el crecimiento de los directivos y docentes, en sentirse parte de la Familia Vicentina, tienen incorporado su pertenencia a la misma, transmitiéndola a toda la comunidad educativa a la cual pertenecen.
Damos gracias a Dios por estos encuentros que nos hacen sentir FAMILIA con todos los que año a año participan de los mismos, a san Vicente, a santa Luisa y a Federico Ozanam que nos ayuden para que las Comunidades Educativas vayan creciendo en el Amor a Dios hecho visible en todos los que el Señor pone en nuestro camino para llevarlos a Él por medio de la Virgen de la Medalla Milagrosa.
Sor Beatriz Cano, HC
Fui alumna y docente del Colegio Inmaculada Concepción, tengo 85 años y todo mi amor a las Vicentinas, en especial a Sor Beatriz, soy Bocha Maruenda