“Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa”
Miq 6, 1-4 6-8; Sal 49; Mt 12, 38-42.
Los escribas y fariseos querían ver cosas maravillosas y extraordinarias para creer en Jesús. Y Jesús les advierte: “La única señal que se les dará, será la del profeta Jonás”, esto es, su resurrección.
Nosotros también somos igual. Pedimos señales porque nos hemos acostumbrado a la resurrección, que es el gran milagro, la gran señal y la base de nuestra fe: “Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día”. (Hch. 10, 37). ¡Está vivo! ¡Come, bebe, camina, platica con sus apóstoles!
¿Yo también quiero milagros, revelaciones, curaciones extraordinarios para creer en Jesús? ¿O quiero sentir “energía”, luz y paz a través de cosas que no son de Dios, como el yoga, “la energía del universo”, o “meditación trascendental”.
“El cristianismo no es una opinión y no consiste en palabras vanas. ¡El cristianismo es Cristo! ¡Es una Persona, es el Viviente! Encontrar a Jesús, amarlo y hacerlo amar: he aquí la vocación cristiana”. (S. Juan Pablo II, JMJ, 2002).
Contemplemos como niños y volvamos a sorprendernos con el milagro de la Resurrección.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Carmen Elisa Arteaga Solís
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