“Quienes aman tus leyes, de inmensa paz disfrutan…”
2 Tim 3,10-17; Sal 118; Mc 12, 35-37.
Si te preguntaran en este momento cuánto sabes sobre Jesucristo, ¿estarías dispuesto a describirlo a detalle, con seguridad y claridad? ¿Dudarías por un segundo? La gente que rodeaba a Jesús lo miraba con agrado, pero no sabían explicar quien era realmente.
Marcos, el Evangelista, deja claro que Jesús es superior a todas las personas y a todos los profetas, y que su origen está en Dios mismo; no niega que el Mesías descienda de David, sin embargo tal afirmación es incompleta pues el mismo David le llama Señor. Que no entre en nosotros la duda de que Jesús sea el Hijo de Dios.
El evangelio de hoy nos invita, pues, a abrirnos a esa presencia de Jesús como el Hijo de Dios que ha venido a nosotros, que ha dado su vida, que ha resucitado y que nos ha enviado la fuerza del Espíritu Santo, para que nosotros podamos gozar del amor de Dios y para que, conociendo a Jesús, nos revistamos con sus actitudes, sus gestos y palabras.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Yolanda Elvira Guzmán Yeh, H.C.
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