“Necesitan nacer de nuevo, de arriba”
Hech 4, 23-31; Sal 2; Jn 3, 1-8.
Nicodemo parece ser un hombre sabio, buscador de la verdad y temeroso de Dios. Por esto se siente confundido ante Jesús, y en medio de su noche acude al único que puede iluminarlo con la claridad de su luz: a Jesús. Y el Maestro lo invita a “nacer de nuevo”, ya no de la carne sino del espíritu, para ser partícipe del Reino de Dios que Nicodemo ya está vislumbrando.
Nacer del espíritu implica dejarse conducir por sus caminos que, si bien son inciertos, nos llevarán finalmente a buen puerto: a Jesús.
Con nuestro bautismo hemos nacido del Espíritu también nosotros. Él nos habita y conduce por donde quiere, y Jesús nos recuerda hoy que hemos de nacer cada día de este Espíritu para hacer presente el Reino en nuestros ambientes de trabajo, de familia, de escuela, de amistades… y esto significa hacer presente la verdad, la honestidad, el amor, la amistad, el respecto, la solidaridad… frutos de este Espíritu que nos invade, nos capacita y nos mueve para ser auténticos cristianos.
¿Me dejo conducir por este espíritu que me habita? ¿Cómo se nota?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor María del Pilar Méndez Gallegos H.C.
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