El que quiera seguirme, cargue con su cruz y sígame
Sant 2, 14-24.26; Sal 111; Mc 8, 34-9, 1.
La vocación de todo bautizado es una llamada que Jesús nos hace para seguirlo. El verdadero cristiano es un seguidor de Jesús, a quien no basta haber recibido el bautismo de niño, sino que procura vivir esa nueva condición de hijo de Dios y hermano de los otros.
Y el seguimiento implica caminar hacia esa configuración con Jesucristo, modelo de hombre perfecto. Implica negación, sacrificio, disponibilidad, renuncia para “dejar” atrás viejas formas de comportarse, de actuar, de tratar a los demás, de ver la vida y de verse a sí mismo. El negarse a sí mismo es también, renunciar a los propios proyectos y caprichos egoístas para asumir el estilo de vida de Jesús.
Seguir a Jesús es, por tanto, conocer y tratar de asumir en nosotros su proyecto de hacer de este mundo un espacio en donde se viva la justica, el amor, la fraternidad, el perdón y todos los valores que Él mismo vivió y predicó.
La pregunta de san Vicente sigue siendo hoy válida para nosotros: ¿Qué haría Jesucristo si estuviera en mi lugar?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Benjamín Romo cm
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