“No temas, basta que tengas fe”
2 Sam 18, 9-19,3; Sal 85; Mc 5, 21-43.
No conocemos el nombre de esa mujer que, temerosa y en secreto, se acerca a Jesús atreviéndose a tocarlo, con temor pero con la confianza de ser curada. Nadie sabe que es una mujer marcada por una enfermedad secreta. ¿Dónde podrá encontrar la salud que necesita para vivir su dignidad? Solo en Jesús.
Ella oye hablar de Jesús y presiente que es Él quien puede arrancar la impureza de su cuerpo y de su vida entera. Jesús la mira con amor y le comunica su fuerza curadora.
Muchas mujeres viven entre nosotros con experiencias parecidas. Humilladas por las heridas secretas que solo ellas conocen y sufren secretamente. Sin fuerzas para contar a alguien su enfermedad; buscan ayuda, consuelo, esperanza… sin saber dónde encontrarlos. Se sienten culpables cuando muchas veces solo son víctimas.
Pidamos por tantas mujeres víctimas de la violencia en sus múltiples formas, que puedan escuchar de Jesús esas palabras: Hija tu fe te ha curado. Vete en paz.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Benjamín Romo cm
0 comentarios