¿Acaso se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón?”
2 Sam 7, 18-19. 24-29; Sal 131; Mc 4, 21-25.
Hay lugares o situaciones en donde es difícil mostrarse como discípulo de Jesucristo o hablar de su mensaje. La política, las escuelas públicas son tierra vedada al Evangelio. ¿De qué hablan los jóvenes en sus reuniones, en sus largas charlas? ¿De qué hablan los obreros, los trabajadores en su tiempo de descanso mientras comen? ¿Sobre qué platican las familias cuando están reunidas? ¿Sobre qué hablan los padres con sus hijos y los hijos con sus padres? ¿Qué es lo que comunican los más famosos “influencers” y “youtubers” en las redes sociales? ¿Cuáles son los temas que tratan los libros más vendidos, las películas ganadoras de óscares y demás premios?
¿Es sobre la Buena Noticia del Reino? ¿Hablan del amor de Dios, de la dignidad de las personas, sobre todo las más débiles, las más pobres? ¿Hablan de reconciliación, de perdón, de solidaridad, de justicia, de igualdad, de respeto, tolerancia, acogida, caridad, amor?
¿De qué hablan? ¿De qué hablamos? Una lámpara no se enciende para esconderse. Jesús encendió la lámpara del Reino, y debe colocarse en el candelero para que alumbre a todos..
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Silviano Calderón cm
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