“Fue llamando a los que él quiso y se fueron con él”
1 Sam 24, 3-21; Sal 56; Mc 3, 13-19.
En el evangelio de hoy somos testigos de un momento solemne, fundamental para el ministerio de Jesús y para el futuro de su proyecto: la vocación de los doce Apóstoles. Desde la montaña los va llamando. Ellos son (necesitamos conocerlos, mencionarlos, aprender sus nombres) Pedro, Santiago y Juan, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote.
Los llamó para dos cosas: para que convivieran con él y para enviarlos a predicar. Primero Jesús quiere crear la comunión con sus apóstoles, después vendrá la misión, el anuncio de la Buena Noticia del Reino. De esta manera, Jesús con el grupo de los Doce crean el primer “experimento del Reino”, la primera “célula” de fraternidad y ayuda mutua que después se irá reproduciendo en las distintas comunidades cristianas que irán surgiendo.
Así comienza el Reino, como un poco de levadura en la masa, como una pequeña semilla que contiene en sí la potencia transformadora que irá convirtiendo a la humanidad entera en una gran familia de hermanos.
Gracias, Señor, por los Apóstoles, por el Reino, por la Iglesia.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Silviano Calderón cm
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