“Levántate, toma tu camilla y ve a tu casa”
1 Sam 8, 4-7. 10-22; Sal 88; Mc 2, 1-12.
Jesús volvió a Cafarnaúm. Muchos lo recuerdan y acuden para escucharlo y para ser curados. Eran tantos que no dejan acercarse a un grupo de amigos y familiares que cargan en su camilla a un hombre paralítico.
Pero la necesidad, el ingenio y la confianza en Jesús los hace trepar al techo, abrir un boquete, descolgar al enfermo y ponérselo delante a Jesús.
Jesús se conmueve ante esta insistencia casi impertinente. Sabe que quieren al amigo, al familiar y que están dispuestos a realizar cualquier esfuerzo por conseguir su curación.
Recuerdo una escena conmovedora. Un señor cargando en la espalda a su mujer enferma rumbo a la clínica más cercana. Caminando por esas sierras montañosas que aún abundan en nuestro país. ¡De qué manera habrá conmovido a Jesús el esfuerzo de ese hombre lleno de esperanza! Cuántas familias pobres tocan puertas, buscan de todas formas atender a sus enfermos.
¿Tú qué estás dispuesto a hacer por los demás? ¿Serías capaz de conmover el corazón de Jesús por tu esfuerzo y dedicación para ayudar a los otros?.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Silviano Calderón cm
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