Señalar al Hijo y Cordero de Dios y ser su testigo

por | Ene 16, 2020 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es el Hijo de Dios y también el Cordero de Dios. Así le reconocemos con fe y le proclamamos los cristianos. A él también debemos señalar y de él dar testimonio.

La razón de ser de Juan es señalar a Jesús y dar testimonio de él. Pues bautiza con agua para que sea manifestado el que bautiza con Espíritu Santo. Y no deja de señalar el Bautista que Jesús es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Da testimonio además de que Jesús posee el Espíritu Santo y es el Hijo de Dios.

También nos toca a los cristianos señalar a Jesús y dar testimonio de que él es el Hijo de Dios y el Cordero de Dios. Pero se nos requiere primero que creamos en él y le conozcamos.

Y comenzamos como Juan, es decir, con admitir con humildad que no conocemos a Jesús. Siendo humildes como los niños pequeños, esperamos el conocimiento que viene del Padre.

Pues el Señor de cielo y tierra revela a los pequeños lo que esconde a los sabios (Mt 11, 25-27). Así que tenemos confianza de que él nos contará entre los pobres que guardan la verdadera religión, la fe viva (SV.ES XI:120). Creen ellos sencillamente, sin hurgar.

Los pobres, sí, tienen mayores posibilidades que los sabios de comprender que Jesús es el Cordero de Dios. El Cordero cuyo carne es alimento y cuya sangre salva (Éx 12, 11-13), el Cordero del sacrificio (1 Cor 5, 7; Apoc 5, 11). Es que debido a su pobreza, más fácilmente se identifican y se relacionan con el Siervo Sufriente. Este Siervo carga con nuestros pecados y nos sana por sus heridas (1 Pd 2, 24); es como cordero llevado al matadero (Is 53, 7). Así pues, aun siendo Hijo de Dios, Jesús aprende, sufriendo, a obedecer (Heb 5, 8).

¿Es éste el Hijo y Siervo en quien creemos y al cual conocemos? Por supuesto, no queremos señalar al que no es Jesús ni dar testimonio de alguien que no es él.

Cordero de Dios, invitándonos a tu Cena, nos bendices y nos santificas. Haz que los que comemos tu cuerpo y bebemos tu sangre te sigamos aun hasta el punto de ofrecernos a nosotros mismos como corderos sacrificiales. Así lograremos señalar que eres nuestro Cordero Pascual. Y concédenos tu Espíritu Santo que nos impulse a pasar haciendo el bien. 

19 Enero 2020
2º Domingo de T.O. (A)
Is 49, 3. 5-6; 1 Cor 1, 1-3; Jn 1, 29-34

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