“Señor, si quieres, puedes sanarme”
1 Jn 5, 5-13; Sal 147; Lc 5, 12-16.
¡Era inteligente ese hombre leproso! “Si quieres, tú puedes”, le dice. Da por hecho el poder que tiene Jesús, pero apela a su voluntad, a su compasión.
De alguna manera lo está retando, y Jesús acepta el reto: “Claro que quiero”, y claro que puedo. Y se realiza el milagro.
Claro que quiero… no quiero otra cosa en el mundo. No naciste para vivir marginado, excluido de la comunidad, con una vida (igual que el cuerpo) rota por la enfermedad y por el rechazo de tus hermanos, cargando, además, la culpa de sentirte castigado por Dios…
Claro que quiero verte recuperar la salud y la alegría, y las ganas de vivir y la confianza en Dios que es un Padre de amor, y la confianza en ti mismo y en los hombres…
Claro que quiero verte caminar con los tuyos, lleno de proyectos, curado de la carne muerta y del resentimiento, y de la soledad, la exclusión, la pobreza, la injusticia del juicio de todos sobre ti.
Claro que quiero. Tú ganas el reto (siempre lo ganarás). Queda limpio, ve feliz a disfrutar la vida y la salud y la salvación.
¡Con Jesús siempre ganamos!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Silviano Calderón cm
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