«Regresaron alegres»
Bar 4, 5-12; 27-29; Sal 68; Lc 10, 17-24.
La alegría impregna el evangelio de principio a fin: fue anunciada con el nacimiento del Bautista (Lc 1, 14), cantada en Belén (Lc 2, 10), sentida por quien recibe la Palabra (Lc 8, 13), se celebra en el cielo por el regreso del pecador (Lc 15, 7.10), en la resurrección porque parece algo increíble (Lc 24, 41) y después en la Ascensión colmó el corazón de los apóstoles (Lc 24, 52). Esta misma alegría la sienten los 72 al final de su misión porque indica que se ha realizado la misión universal.
La alegría surge porque los 72 regresan con el Señor para estar con Él y para participar de su exaltación. La alegría no es opacada por las dificultades; al contrario, en los problemas encuentra la confirmación de que Dios permanece fiel (ver Lc 6, 23 y Hch 5, 41).
El ser humano fue creado para la alegría porque fue hecho por Dios, que es alegría plena.
¿Qué tan alegres somos?
Éste puede ser un punto de referencia que nos ayude a saber qué tan cerca o qué tan lejos estamos de Jesús.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Antonio G. Escobedo Hernández C.M.
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