Novena a san Vicente de Paúl 2019: Día 6

por | Sep 23, 2019 | Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

Oración:

¡Oh Dios, padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la salvación.

Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida, danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad capaz de responder a los desafíos de hoy, te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Padre Nuestro…

Oración a la Virgen:

(De los escritos de san Vicente de Paúl)

Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad. (cfr. XII, 114-129)

¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. (cfr. XI, 447-449). Amén.

Dios te salve…. Gloria…

Sexto DÍA
Acoger a los niños y los jóvenes

Signo: Elementos que representen la niñez (juguetes, fotografías, libros de escuela, etc) y que representen a los jóvenes (libros académicos, balones, música, etc) y una vela en el centro, con el título: Jesús joven siempre.

Canción: Nada puedo por mí mismo

Iluminación Bíblica: 1 Timoteo 4, 12-16

Que nadie menosprecie tu juventud. Procura, en cambio, ser para los creyentes modelo en la palabra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza. Hasta que yo llegue, dedícate a la lectura, a la exhortación, a la enseñanza. No descuides el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros. Ocúpate en estas cosas; vive entregado a ellas para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Vela por ti mismo y por la enseñanza; persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.

Palabra de Dios.

Escuchemos a San Vicente de Paúl:

¿No es una obligación de los padres atender a las necesidades de sus hijos? Pues bien, si Dios nos ha puesto en lugar de quienes los engendraron para que procurásemos conservarles la vida y educarlos en el conocimiento de las cosas de su salvación, hemos de poner interés en no relajarnos en una empresa que tanto le agrada. Porque, si después de abandonarlos sus desnaturalizadas madres, nosotros no nos preocupamos de su alimento y de su educación, ¿qué pasará con ellos? ¿Podemos consentir que vayan muriendo todos, como pasaba antes en la ciudad de París? (XI B, pág. 766)

Reflexión:

La fuerza de la juventud consiste en la capacidad de amar sin interés alguno, de entregarse sin reproches, de aceptarse y proyectarse al futuro. Un futuro esperanzador, animado y acompañado por la gracia de Dios, que disipa todo egoísmo y superficialidad.

Hoy en muchos lugares la pastoral infantil y juvenil es vista con recelo, muchos sienten desidia frente a dicho apostolado, no somos capaces de escuchar las propuestas y los sueños que traen los jóvenes, porque nos da miedo desacomodar nuestros rígidos programas y planes.

San Vicente de Paúl fue un hombre capaz de enternecerse ante el sufrimiento de los niños que eran abandonados en las calles de París, una de las iconografías más representativas del santo, es la de él cargando los niños expósitos. Pero no sólo acogió a los niños dentro de su gran apostolado, sino que echó mano de la juventud para organizar la caridad.

El ejemplo de la joven campesina Margarita Naseau, lo motivo a reunir muchachas humildes y entregadas para el servicio con los más pobres, y necesito de la audacia y juventud de los primeros misioneros para llegar a muchos lados.

Preguntas:

• ¿Dónde, como joven, puedo descubrir los anhelos de Dios que hay en mí?
• ¿Cómo descubro en los jóvenes los dones que de Dios les ha llegado?
• ¿Cuál debería ser mi compromiso para acompañarlos?

Gozos

“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”

Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.

Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.

En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.

Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo

¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.

¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.

Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.

Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:

Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.

Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.

Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen

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