Evangelio y Vida para el 23 de septiembre de 2019

por | Sep 23, 2019 | Evangelio y Vida, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

“Presten atención y oigan bien…”

Esd 1, 1-6; Sal 125; Lc 8, 16-18.

Como una lámpara que está destinada a alumbrar en la oscuridad, en medio de muchas turbulencias y ataques a la Iglesia (como la expulsión del delegado apostólico y una docena de obispos), en el año 1861 se funda en México la Asociación de la Hijas de María, hoy Juventudes Marianas Vicentinas, Hijos e Hijas de María.

Esta asociación que nació por voluntad de la Virgen María expresada en su aparición a Santa Catalina Laburé en 1830. Desde el principio su insignia fue la Medalla Milagrosa; su fin el culto mariano, la santificación personal dentro del mundo a imitación de la Santísima Virgen y el apostolado, canalizado la mayor parte de las veces a la catequesis y a las obras de caridad. El alma de su espiritualidad se fue concretando progresivamente en la consagración mariana: “Mediante un acto de renovación de las promesas bautismales se entregan incondicionalmente al seguimiento de Cristo, por medio y a imitación de su Santísima Madre”, según lo expresaba su manual. Esta asociación está presente en México. Cuando ocurrió la expulsión de las Hijas de la Caridad en 1875, asumieron muchas de sus obras. Su labor en la catequesis fue muy destacada.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Plascencia Casillas C.M.

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