Oración:
¡Oh Dios, padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la salvación.
Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida, danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad capaz de responder a los desafíos de hoy, te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Padre Nuestro…
Oración a la Virgen:
(De los escritos de san Vicente de Paúl)
Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad. (cfr. XII, 114-129)
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. (cfr. XI, 447-449). Amén.
Dios te salve…. Gloria…
TERCER DÍA
Acoger a los perseguidos
Signo: Imágenes de cristianos perseguidos, de mártires, de personas en la cárcel. Se puede usar algunas cadenas, una imagen de Jesús y la palabra libertad.
Canción: Vicente de Paúl eres un hombre para hoy
Iluminación Bíblica: Hechos 9, 1-5
Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que, si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén. Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?» El respondió: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
Palabra de Dios
Escuchemos a San Vicente de Paúl:
Esperemos a pie firme las ocasiones que Dios nos presente para ejercitar la paciencia y consideremos como un gran favor el que quiera su bondad que seamos calumniados y perseguidos. Pero no basta con sufrir por la justicia; hay que sufrir además con el espíritu
con que sufrió nuestro Señor. Veamos, pues, cómo hemos de portarnos cuando se nos calumnie y persiga, e incluso cuando se emplee la fuerza contra nosotros; éste será el segundo punto.
En primer lugar, hemos de disponernos de buena gana a recibir esta gracia de la desgracia del mundo mediante un fiel uso de las ocasiones que Dios nos presente todos los días, los choques, las palabras molestas, las contradicciones y murmuraciones; hay que empezar el aprendizaje por las cosas menos molestas, para prepararse a sostener otros ataques más importantes y duros; porque ¿hay alguna probabilidad de que permanezca firme y esté dispuesta a sostener embates más fuertes una persona que se inquieta, se desanima o pierde la paciencia por cosas más ligeras?
Entremos, hermanos míos, en nuestro interior y veamos cómo nos aprovechamos de las ocasiones diarias que nos ofrece su divina providencia. Si entonces somos cobardes, ¿cómo podremos soportar con paciencia los grandes sufrimientos? (XI B, pág. 570)
Reflexión:
¡Que seamos perseguidos! Pero que sea por hacer lo que hizo Jesucristo, es lo que nos ha recordado San Vicente, anunciar el Evangelio, con justicia y caridad, incomoda a los poderosos y nos pone en la mira de quienes prefieren ensordecerse frente al sufrimiento del pueblo.
Pablo, un acérrimo perseguidor, supo escuchar la voz de Jesús, en los perseguidos. Su experiencia vocacional, sin duda tuvo que ver con el acercamiento y la acogida de aquellos que estando entre “la espada y la pared” no renegaban de su fe y permanecían fieles en la misión de ser testimonio vivo del Resucitado.
Hoy nuestra sociedad tiene más perseguidos que nunca, se persigue al que se pone del lado de la vida, se asesina a quienes denuncian las injusticias, se persigue por religión, por política, por nacionalidad, etc. Estamos llamados a ser fuerte frente a las persecuciones pero también a tender la mano y defender a los profetas perseguidos de nuestra comunidad.
Preguntas:
• ¿Soy perseguido por anunciar el Evangelio?
• ¿Qué perseguidos encontramos en medio de nuestra comunidad y por qué son perseguidos?
• ¿Somos capaces de respaldar a la víctima de indiferencia e intolerancia o por el contrario soy un perseguidor más?
Gozos
“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”
Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.
Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.
En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.
Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo
¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.
¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.
Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.
Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:
Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen
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