“Un gran profeta ha surgido entre nosotros”
1 Tim 3, 1-13; Sal 100; Lc 7, 11-17.
Dios sigue manifestando el amor por su pueblo: ayer por medio de su Hijo con la viuda de Naín, hoy por medio de la Iglesia que es su cuerpo.
La presencia de los MisionerosVicentinos en la Sierra Tarahumara quiere ser un signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo: –en una misión que se considera “ad gentes”, –con más de cien comunidades para atender y con distancias hasta de cinco horas en vehículo dentro del mismo territorio parroquial, por caminos que no siempre están en las mejores condiciones y por los cuales más de alguna vez han tenido que trasladar en sus camionetas a hermanos enfermos o baleados, hasta los hospitales de las ciudades más cercanas para que reciban atención médica.
El signo del profeta que anuncia la palabra de Dios, no sólo con discursos sino también por medio de acciones, hace de la misión el lugar donde Dios sigue actuando hoy en favor de su pueblo, por medio de aquellos a los que Él mismo ha elegido para ser los continuadores de la misión de Jesucristo, evangelizador de los pobres, ahí en la Sierra Tarahumara de Chihuahua.
Concédeme Señor, la gracia de ser signo de tu presencia al encontrarme con los más necesitados.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Plascencia Casillas C.M.
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