Ex 12, 37-42; Sal 135; Mt 12, 14-21.
Pero Jesús es el Siervo del Señor, el Elegido y enviado del Padre. En Él puso su Espíritu para que haga brillar su justicia (Is 42, 1-4) sobre las naciones. Pero, cuando vemos que Jesús es seguido por muchos, mientras habla y cura a todos los enfermos, no quiere que esto se divulgue porque los fariseos quieren acabar con Él. Es un dilema: Jesús está cumpliendo con la misión que el Padre le encomendó, pero si los milagros se divulgan, dará a los fariseos motivos para acusarlo.
¿Quiénes son ahora en nuestro tiempo los fariseos que quieren acabar con Jesús? ¿Son personas, modas, actitudes, acontecimientos, costumbres de nuestra sociedad?
Jesús no nos grita, sino que nos habla suavemente con amor, nos invita a seguirlo.
¿Lo escuchamos? ¿Estamos atentos a su palabra cuando vamos a misa? ¿Leemos los Evangelios?
Jesús hará triunfar la justicia sobre la tierra y hoy nosotros somos su voz, sus manos y sus pies. Él nos envía a continuar su misión. Éste es nuestro compromiso como bautizados.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Corina Garza
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