“El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo”
Gn 22, 1-19; Sal 114; Mt 9, 1-8.
Jesús está en Cafarnaúm y le presentan a un paralítico que estaba en su camilla. ¿Quién lleva la camilla? no lo dice el Evangelio, pero Jesús ve la fe de esos hombres, que lo quieren, amigos o familiares. Las palabras de Jesús “ten confianza hijo, tus pecados son perdonados”, aquellos que lo oyen piensan mal en sus corazones. Jesús que conoce sus pensamientos y los nuestros, les dice: ¿qué es más fácil decir “Se te perdonan tus pecados” o “levántate y anda”?
¿Qué pensamos de esta observación de Jesús?
¿Nos damos verdadera cuenta de que sólo Dios puede hacer ambas cosas? Perdonar y sanar. Nuestros pecados nos enferman nuestro corazón, nuestra alma se entristece y se agobia por los pecados, los grandes y los que consideramos pequeños. El Señor a través del perdón sana nuestro corazón y nuestra alma, restaurando la paz y la alegría. Volvemos a caminar, volvemos a la vida. Nunca menospreciemos el sacramento de la reconciliación. El sacerdote en nombre de Jesús nos perdona y quedaremos limpios, sanos, volvemos a casa.
Glorifiquemos y demos gracias a Dios por este gran sacramento que nos da su gracia.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Corina Garza
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