2 Cor 11, 18. 21-30; Sal 33; Mt 6, 19-23.

“Donde está tu tesoro, está tu corazón”

Si ponemos atención en la vida de los Apóstoles de Jesús y hacemos una comparación del antes y después de que fueran llamados, podremos darnos cuenta el cambio radical que dieron a su vida. Andar por la vida al estilo de Jesús implica dejar atrás el deseo de acumular dinero, la codicia y la ambición de poder.

Actualmente uno de los problemas más graves tiene que ver con la codicia. El capitalismo crea un mudo cada vez menos humano, que en su ambición causa terribles tragedias e injusticias: muerte de inocentes, migración, pobreza, etc.

En el evangelio de hoy Jesús nos invita a acumular bienes en el cielo, pero ¿qué quiere decir esto? Estos bienes del cielo son las bienaventuranzas, ahí está la clave: Agrandar el tesoro de nuestra humildad, ser ricos en justicia y en solidaridad, almacenar compasión, ambicionar ser agentes de paz y defensores de los derechos humanos. Este tipo de bienes son los que Jesús quiere que acumulemos, para bien nuestro y de los más pobres de la tierra.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Mayor Vicentino de Tlalpan, Cd. de México

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