Hch. 14, 5-18; Sal 113; Jn 14, 21-26.
“El que me ama guardará mi palabra”
El amor más grande que se puede mostrar es aquel que perdura, que se entrega a los demás, que no queda aislado o almacenado en la bodega donde guardamos las cosas obsoletas. El amor
que revela Jesús es aquel que el Padre quiere mostrarnos. En el evangelio de hoy vemos la intervención de Judas (no el Iscariote) para preguntar ¿por qué Jesús se va a manifestar a ellos y no al mundo? No significa que el mundo este privado del mensaje o de la presencia de Jesús. Hay que comprender lo que el evangelio de Juan entiende por “mundo”: es lo terreno, lo que obstruye o contradice el Reino de Dios, es el mundo del imperio romano que persigue, que niega a Jesús; son aquellos que buscan otro amor u otra forma de vida, que no aceptan más que el individualismo y olvidan la comunidad. En ese “mundo” es necesario que sople el Espíritu para que pueda edificarse la Iglesia.
Finalmente, Jesús habla de la venida del Espíritu Santo. Lo cual nos advierte sobre la proximidad de la fiesta de Pentecostés para la cual nos estamos preparando.
Pidamos al Señor que nos abra y nos disponga para recibir la acción poderosa del Espíritu Santo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Mayor Vicentino de Tlalpan, Cd. de México
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