Hch 13, 26-33; Sal 2; Jn 14, 1-6.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”
Estamos en la Última Cena. Jesús acaba de lavar los pies a sus discípulos, hay un clima de gran intimidad y solemnidad. Es entonces cuando Jesús declara a sus discípulos algo hermoso: va a ir a la casa de su Padre, que es muy grande, infinita como su corazón acogedor; ahí va a prepararles una habitación, luego volverá por sus discípulos y los llevará, porque quiere que ellos estén siempre donde él está. Luego habla del camino para ir a esa casa maravillosa. Y termina aclarando todo: Yo soy el camino, nadie va al Padre si no es por mí. Nos dice también que es la verdad y la vida.
El discípulo es de tal manera amado, que el Maestro le declara que no lo quiere perder, que lo llevará a la casa de su Padre para vivir por siempre juntos. Discípulo y maestro unidos, integrados, inseparables.
¿Quién soy yo, Jesús? Pobre y balbuceante discípulo, olvidadizo de tus palabras de vida? ¿Buscador, a veces por caminos falsos, de una verdad que no es sino engaño? ¿Quién soy yo, Maestro, para que me prometas un lugar, con mi nombre y apellidos, en la maravillosa casa de tu Padre? Tú eres el camino, la verdad y la vida. Yo soy ceguera y traición. Pero me amas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Mayor Vicentino de Tlalpan, Cd. de México
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