“El que me ve a mí, ve al Padre”
1 Cor 15, 1-8; Sal 18; Jn 14, 6-14.
“Señor, muéstranos al Padre”. Es un poco irónico que después de tanto tiempo, después de que hemos escuchado el mensaje del evangelio, aún sigamos con la idea de no conocer al Padre. Aún más, que no encontremos a Jesús en aquellos que son sus predilectos, los pobres.
La invitación que Jesús nos hace en el evangelio de hoy es a saber identificar que Él se encuentra en Dios y Dios en Él, de la misma manera que Jesús se encuentra en el pobre y el pobre en Él; entonces, ¿por qué seguimos preguntándonos dónde se encuentra Dios? Basta con recorrer las calles para encontrarse con Dios en el hermano que camina al lado, en aquel que sufre, el que tiene hambre, el encarcelado, el que no tiene trabajo… Si distinguimos a Dios en estas personas, entonces se moverá nuestro corazón guiado por el Espíritu Santo, para realizar esos prodigios que realizan aquellos que creen en el Hijo de Dios.
¿Y qué mayor prodigio que amar al prójimo como a ti mismo?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Mayor Vicentino de Tlalpan, Cd. de México
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