“No olvidemos las hazañas del Señor”
Hech 2, 14. 22-24. 32-36; Sal 77; Jn 3, 13-17.
La primera lectura de hoy nos presenta el primer anuncio que hacen los apóstoles de Jesús como Mesías y Salvador de los hombres; aquel a quien los israelitas entregaron a los paganos para crucificarle, a pesar de que realizó milagros y obras de misericordia; ese mismo Cristo que ahora se encuentra a la derecha del Padre, compartiendo su gloria.
La promesa del Espíritu Santo como guía de la Iglesia de Cristo, nos remite a la contemplación del misterio de la Santísima Trinidad. El evangelio nos hace una invitación a reconocer a Jesús como aquel que vino a mostrarnos el Reino de Dios y la bondad del Padre, que nos entregó a su único Hijo, para que aquel que crea en él tenga vida eterna.
¿Cuántos de nosotros en realidad creemos en la vida eterna que nos muestra Jesús? Muchas veces olvidamos esta promesa y nos perdemos en las condiciones que nos presenta el mundo, de salvaciones efímeras que lo único que provocan en el hombre es vacío y confusión. Las nuevas ideologías nos desvían de la verdadera norma evangélica y nos hacen olvidar el verdadero proyecto que Dios tiene para sus hijos: el proyecto de una vida plena, vivida en amor y fraternidad.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Mayor Vicentino de Tlalpan, Cd. de México
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