«Uno de ustedes me entregará»
Is 49, 1-6; Sal 70; Jn 13, 21-33. 36-38.
En un momento de la Última Cena, Jesús anunció la traición de uno de los Doce. Está conmovido, dice el evangelio que “se estremeció por dentro” al decirlo.
¿Cómo no te va a estremecer la traición de uno de tus amigos, a quien llamaste con amor e instruiste con paciencia? ¿Cómo no te va a doler en el alma el abandono de uno de tus más queridos amigos? Y te duele no sólo por ti, sino sobre todo por él, por Judas, quien sale del cenáculo a consumar la entrega y es envuelto por la oscuridad: “Después de recibir el bocado, Judas salió. Era de noche”. Es intrigante esta referencia a la noche, como si el evangelista nos indicara que deja la luz y el calor de la comunión contigo para entregarse al poder de las tinieblas y entrar en lo incierto, en lo confuso, en el reino del desamor.
Es esto lo que te estremece, Jesús. La ceguera del discípulo que vive ante la claridad de tu vida y tu mensaje y no lo mira; su sometimiento a la traición, a la ambición; o su derrota ante la desilusión porque no entiende ni acoge tu mensaje de amor.
Y todavía hoy te sigue estremeciendo y doliendo la ceguera nuestra y la facilidad con que nos dejamos envolver por la oscuridad de nuestra ambición y resentimientos, de nuestro egoísmo e injusticias, de nuestra falta de adhesión a tu evangelio de amor.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Silviano Calderón S., cm
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