Is 58, 1-9; Sal 50; Mt 9, 14-15.
“Cuando les quiten al esposo, entonces ayunarán”
En un mundo donde la función del ayuno ha ido perdiendo valor entre nuestra comunidad cristiana, vale la pena recordar las palabras del Papa Emérito Benedicto XVI: “Privarnos por voluntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana.”
En la primera lectura, Isaías criticará el ayuno sin sentido, el ayuno hipócrita que se hace por cumplir y que no tiene frutos. Por su parte Jesús pondrá énfasis en un ayuno efectivo (“Misericordia quiero y no sacrificios”), que consiste en “Soltar las cadenas injustas, dejar en libertad a los oprimidos, compartir el pan con el hambriento, albergar al pobre sin techo, cubrir al desnudo”. Para que entonces, sólo entonces, despunte la luz de la aurora.
Esta cuaresma es una buena oportunidad para hacer efectivo el ayuno que le gusta a Dios y al mismo tiempo, ir construyendo personas, familias y comunidades más justas y solidarias, donde brille la luz de la aurora. “A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Luis Rodríguez Vázquez
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