Gn 9, 1-13; Sal 101; Mc 8, 27-33.
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”
En la escuela nos identifican por nuestro nombre, que aparece en la lista de alumnos; lo mismo en cualquier lugar donde tenemos que presentar una identificación. Saben quiénes somos por nuestros datos. Pero no saben lo que somos en verdad como personas, en nuestro trato con los demás, lo que dicen las personas con quienes convivimos.
¿Cómo eres con las personas que comparten la vida contigo? ¿Cómo es tu relación con los que se acercan a ti buscando ayuda, buscando escuchar una palabra de aliento? Cuando la gente está contigo ¿crece su esperanza, su ánimo de seguir viviendo? ¿Tu vida los lleva a Dios?
Jesús les hace esta pregunta a sus amigos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Jesús quiere saber lo que la gente opina, le interesa saber para tomar las mejores decisiones en el anuncio de la Buena Nueva. Necesita discernir cuál es la voluntad del Padre, y para ello debe escuchar la voz del pueblo, ellos son quienes le aclararán lo que Dios quiere.
Los seguidores de Jesús debemos hacer lo mismo: escuchar a la gente con la que vivimos, escuchar a los necesitados. Recordemos lo que San Vicente de Paúl nos dice: “Ellos son nuestros amos y señores”, hay que obedecerles.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Gladys López Pérez, hc
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